lunes, 30 de noviembre de 2009

El retorno de lo idéntico

"Entre mis escritos ocupa mi Zaratustra un lugar aparte. Con él he hecho a la humanidad el regalo más grande que hasta ahora ésta ha recibido. Este libro (...) no es sólo el libro más elevado que existe, (...) es también el libro más profundo, nacido de la riqueza más íntima de la verdad (...)"

Friederich Nietzsche (1844 - 1900)


No puedo negar que Nietzsche siempre me ha parecido un gilipollas. No me gusta expresarlo de esta manera, pero tampoco puedo negar que no se me ocurre ninguna otra forma de mentar a un personaje de naturaleza tan mesiánica, nihilista, misógina, contradictoria y demencial.

En su Zaratustra, que ocupa un lugar aparte en sus escritos, y que dicho sea de paso es la única obra que de forma completa he leído del autor, Nietzsche desarrolla cuatro elementos principales que se enlazan de forma consecutiva: la muerte de Dios, el superhombre, la voluntad de poder y el eterno retorno de lo idéntico. Zaratustra considera que la muerte de Dios es un requisito previo a la concepción del superhombre que encarna al hombre separado de toda forma de trasmundo, fiel a la realidad y a su destino. Vivirá la vida, tendrá voluntad de poder y estará sometido al retorno de lo idéntico.

Lo que me interesa aquí es la idea del retorno de lo idéntico.

El eterno retorno es una concepción del tiempo que consiste en aceptar que todos los acontecimientos del mundo, todas las situaciones pasadas, presentes y futuras volverán a repetirse de forma indefinida; o mejor dicho, de forma bien definida: idéntica y eternamente. Concepción que contrasta con la visión lineal de la historia y del tiempo que subyace de forma tan arraigada en lo más profundo de nuestras mentes: a una cosa le sigue la otra, y a ésta la siguiente, y las que quedan en el pasado son irrecuperables, ya no podrán darse más. De hecho, las personas que creen en la inmortalidad del alma consideran que volverán a vivir otras vidas, pero nunca la misma.

En mi opinión, sea como sea, tanto si la historia es lineal y no se repite, como si estamos condenados a la repetición eterna de todos los acontecimientos, se produce un hecho real y constatable que convierte el debate en un debate estéril. Es el hecho relativo a la no-conciencia que tenemos de haber vivido en otros momentos, y que hace que dé lo mismo que se trate de la primera, la segunda o la enésima iteración de una proceso que se repite idéntica y eternamente. Hagamos lo que hagamos, no podemos saber si ya pasó o está pasando por primera vez. Resulta imposible determinarlo.

Por lo tanto, no debemos sentirnos, como dice Kundera, clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz: somos libres, nada nos condiciona. Los acontecimientos, por penosos que éstos sean, podremos seguir considerándolos fugaces, se convertirán en meras palabras, en teorías, en discusiones, se volverán más ligeros que una pluma, no darán miedo.

Afortunadamente, hoy en día la física avanza y sus teorías y nuevos descubrimientos convierten en literatura de entretenimiento la filosofía de algunos personajes (me estoy refiriendo a Nietzsche, claro está). Gracias a los estudios actualmente sabemos que el Universo se expande a una velocidad cada vez mayor lo que ha dado pie a la teoría del Big Rip (Gran Desgarramiento) o teoría de la expansión eterna. Sobre la base de esta teoría, que concluye con un Universo totalmente disgregado donde sólo quedará radiación, nada volverá a repetirse.

"El Conejo Blanco se caló las gafas y preguntó:
- ¿Por dónde quiere Su Majestad que comience?
- Comienza por el comienzo - le dijo el Rey, con toda gravedad -; continúa con la continuación, y finaliza en el final. Y luego, párate."

Lewis Carroll
Alicia en el País de las Maravillas, 1865


Nintae San

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