¿Existen en el cosmos llaves que puedan abrir mi escafandra? ¿Una línea de metro sin final? ¿Una moneda lo bastante fuerte para comprar mi libertad? Hay que buscar en otra parte. Allá voy.
Puedo sentarme a la mesa a cualquier hora. Si es en el restaurante, no necesito reserva. Si cocino, siempre me sale bien. El bourguignon resulta untoso, el buey en gelatina, translúcido, y la tarda de albaricoque con el punto justo de acidez. Según mi estado de ánimo, me regalo con una docena de caracoles, una choucroute garnie y una botella de gewurtztraminer de vendimia tardía, con matices dorados, o me limito a degustar un simple huevo pasado por agua, mojándolo con tiritas de pan previamente untadas de mantequillas salada. ¡Qué delicia! La yema me acaricia el paladar y la garganta con largos regueros tibios. Y los trastornos digestivos brillan por su ausencia.
Puedo sentarme a la mesa a cualquier hora. Si es en el restaurante, no necesito reserva. Si cocino, siempre me sale bien. El bourguignon resulta untoso, el buey en gelatina, translúcido, y la tarda de albaricoque con el punto justo de acidez. Según mi estado de ánimo, me regalo con una docena de caracoles, una choucroute garnie y una botella de gewurtztraminer de vendimia tardía, con matices dorados, o me limito a degustar un simple huevo pasado por agua, mojándolo con tiritas de pan previamente untadas de mantequillas salada. ¡Qué delicia! La yema me acaricia el paladar y la garganta con largos regueros tibios. Y los trastornos digestivos brillan por su ausencia.
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