viernes, 29 de enero de 2010
Náusea
La monotonía del lamento, la insuficiencia de estímulos internos y externos, las mierdas que llegan y no son lo que espero me producen ganas de vomitar (literalmente) encima de este puto ordenador. Respiro anhelosamente, agonizo delante de la máquina. Los ácidos, mezclados con la nicotina, me retuercen y queman las entrañas. Me levanto y doy vueltas, me cuesta dominar la ansiedad que me acomete en este instante. Siento el corazón alterado. En mi confusión, me encuentro tan vacío de ideas como de palabras.
Estoy tratando de serenarme, diciéndome que pronto abrirá la puerta aquel por el único que soporto todo esto. Vuelvo a encender un cigarrillo, limpio las gafas, miro el teléfono. Cinco minutos, diez minutos, espero, ¡por Dios!, que no sean más. Me tomaré un café, repetiré de forma compulsiva el mismo ritual con el que consumo las horas y dejo pasar el tiempo. Esta vez lo haré para arañar tan sólo unos pocos minutos, los pocos que ya deben quedar (¡por Dios!, que sean pocos) para acariciar la esperanza.
Nintae San
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ya llegará. Un poco más. Ya llega.
ResponderEliminarTu catarsis es un viento de los dioses (en minúscula, que son los potentes) que ha desplegado nuestros cabellos como banderas.
La desesperación ... la conocemos bien.
Pasa, como todo. Y lo bueno queda, a pesar de todo (es su don).
Besos como flores (pintadas por Renoir).